
Medardo Lovo, de la selección de fútbol playa; junto a su esposa Ana Yanci merlo y su hija Celina en su casa de la Isla La Pirraya. FOTO WILTON CASTILLO / EL GRÁFICO> Otras Noticias:
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Miércoles 01 de Julio, 2009
ISLA LA PIRRAYA, . Agustín Ruiz, Tomás Hernández y Medardo Lovo, llegaron a su natal isla La Pirraya.
Con los brazos abiertos recibió toda la isla La Pirraya a sus jugadores de fútbol playa que el fin de semana hicieron historia con la selección salvadoreña al ganar su segundo boleto de manera consecutiva a un Mundial de esta modalidad, en Puerto Vallarta, México.
Familiares de los mundialistas esperaban con ansias a sus héroes, quienes llegaron cargados de emoción por haber conseguido la hazaña y con ansias de estar con sus seres queridos.
Un sueño se había hecho realidad, ese sueño por el que 15 días antes habían dejado la isla, y era más que un motivo especial para unirse a celebrar junto a todos sus seres amados.
Atrás había quedado el bullicio de la banda de paz, del mariachi y de la multitud de gente que se dio cita a Puerto Parada para recibir a los mundialistas el miércoles.
La vida volvía a la normalidad para Agustín Ruiz, Tomás Hernández y Medardo Lovo, al llegar a la caserío La Pirraya, jurisdicción del municipio de San Dionisio.
Volvían a ver a sus familias, su ambiente cotidiano, a lo sencillo y humilde de sus casas, a lo cálido de su tierra, y el reencuentro con todo eso fue una escena conmovedora y propia de esta gente.
LA RUTA
A las 6:50 p.m. los tres habitantes de La Pirraya tomaron sus botes y recorrieron los cerca de ocho kilómetros que separan Puerto Parada con la isla; 30 minutos después Agustín Ruiz desembarcaba en el segundo muelle más importante de La Pirraya.
Eran las 7:20 p.m. y el goleador bajó tres cántaros con agua potable que había transportado desde Puerto Parada hacia su casa, ayudó a su esposa Marvin Idalia de Ruiz a bajar del bote de nombre “Marvin” (en honor a la señora de Ruiz) y juntos se dirigieron a la casa de los padres de ella, pues ahí viven por no contar con casa propia.
“Feliz de estar de nuevo en casa, es una felicidad inmensa que no puedo describir”, señaló el artillero, que además de futbolista se gana la vida en la isla pescando y cazando tortugas para su comercialización.
Inmediatamente recibió un afectivo abrazo de Lilian de Segovia, madre de Marvin, su suegra. “Me siento orgullosa de tener un yerno como Agustín, mi hija no lo conoció como futbolista, pero ahora ella también es feliz que sea tan famoso; gracias a Dios, las cosas les salieron a todos los muchachos y han regresado sanos a casa y con la copa”, aseguró la señora que junto a su esposo Wilfredo Segovia prepararon unos pescados fritos para sus hijos.
Marvin Idalia, por su parte, se mostró complacida por contar de nuevo en casa con su esposo y dijo que “espero que nos puedan dar nuestra casita, ese es un sueño que tenemos, espero que don Rodrigo Calvo (presidente de la comisión normalizadora de la FEDEFUT) cumpla” señaló.
“Esto es algo bonito lo que estamos viviendo, confío en que en Dubái van a hacer bien las cosas de eso estoy segura”, finalizó la feliz esposa, que ya cuenta con ocho meses de embarazo.
Y es que la esposa de Agustín se había grabado en la memoria las palabras de Calvo, quien minutos antes había oficializado la construcción de casas a los seleccionados. “Doce casas, 12 camas, 12 televisores y 12 salas, les estaremos entregando a los héroes de la selección de fútbol playa”, había prometido el dirigente.
MÁS EMOCIONES
A unos cien metros de la casa de Agustín y Marvin se ubica la casa de la familia Hernández, ahí doña Juana esperaba ansiosa a Tomás Hernández.
“Yo no pude ir a esperarlo a Puerto Parada porque paso muy enferma, y casi no me puedo agarrar de las lanchas, peligroso me caigo”, señaló la anciana abuela de Tomás.
Cerca de las 7:40 p.m., el nieto llegó, se fundió en un abrazo con su abuela y justificó su llegada tarde porque “pasé a saludar a un amigo”.
“Yo puse la fe en Dios que todo les iba salir bien, me siento orgullosa de tener un nieto como Tomás, yo lo he cuidado desde niño y es mi inspiración”, contó.
También esperaban a Tomás, Flor de Hernández, su esposa, que con una inmensa alegría manifestó que “soy la feliz esposa de Tomás, yo siempre he confiado en el trabajo de él. Y sabía que regresarían con bien”.
Por su parte, el agasajado dijo que “el viaje ha sido cansado, pero ya estoy feliz de ver a mi familia, pasamos casi dos semanas sin verlos y es muy emotivo este momento”.
Luego, el jugador cenó y partió con sus amigos, se perdió entre la oscuridad de la isla y no se tuvo rastros de él hasta las 2:00 a.m. del día siguiente.
La Pirraya es una pequeña isla que la habitan 243 familias, todas de bajos recursos económicos y que en un 95 por ciento se dedica a la pesca. Es más que evidente que no sólo los jugadores de la selección de fútbol playa necesitan ayuda en esa zona, sino también el resto de habitantes, quienes incluso por no contar con agua potable recurren a la compra del vital liquido a diario en Puerto Parada, pagando 50 centavos por cada porción
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