El fútbol le regaló a El Salvador una de las más grandes conquistas deportivas de toda su historia en los XIX Juegos Centroamericanos y del Caribe de 2002.
Y la historia, después de aquél 13 de marzo de 1954, se repetía, sólo que esta vez era un partido definitorio por el sistema del torneo, distinto al de 48 años atrás, que daba la opción de un partido más para buscar el metal dorado.
Esta vez no. El Salvador y México debían pelearse el oro en un enfrentamiento directo, sin revancha hasta a saber cuándo, de 90, 120 minutos o lanzamientos de penalti.
Los mexicanos, fieles a su jerarquía y tradición, salieron a buscar el partido y encontraron temprano, a los 13 minutos, el gol de la ventaja con Rafael Márquez Lugo, pero también se toparon con un equipo salvadoreño dispuesto a dejarse en la cancha, que respondió con entrega y fútbol de altos vuelos.

Lo mejor que pudo hacer El Salvador fue empatar el partido antes de terminar el primer tiempo con Josué Galdámez, en tiempo de reposición de la primera parte, lo que fue un golpe duro para los aztecas, que tenían a 11 rivales en el campo y a casi 30 mil en las gradas del estadio Cuscatlán.
El segundo tiempo fue muy parejo, los mexicanos fueron obligados al doble esfuerzo a partir del minuto 73 cuando fue expulsado el volante Raúl Rico, lo que los obligó a buscar la victoria en tiempo normal ya que el alargue no era negocio para ellos.
El mayor oficio mexicano, dirigido por Carlos de los Cobos (quien curiosamente se convertiría en seleccionador salvadoreño en 2006) hizo que las diferencias en la cancha no se notaran.
Luego de 120 minutos con empate a gol, fue necesario el lanzamiento desde el manchón de penalti. Le tocó en el sorteo iniciar la tanda a México, Luis Pérez se paró ante el Manotas, quien contuvo en gran forma el lanzamiento haciendo estallar el estadio.
Luego vino Murgas, Pacheco, Menjívar y González, quienes anotaron, lo mismo que los mexicanos Lozano, Rojas y Martínez, para tener la cuenta 4-3 a favor de El Salvador.
El quinto lanzamiento mexicano llegó a cobrarlo Juan Carlos Cacho. De anotarlo, los salvadoreños debían lanzar su quinto disparo, pero el azteca nos adelantó la celebración al enviar desviado su intento.
La medalla de oro del fútbol volvía a El Salvador después de 48 años, y un deporte de conjunto lograba nuevamente una medalla en una competición similar, luego de la gloriosa medalla de oro en baloncesto en los Juegos de Caracas en 1959
Y la historia, después de aquél 13 de marzo de 1954, se repetía, sólo que esta vez era un partido definitorio por el sistema del torneo, distinto al de 48 años atrás, que daba la opción de un partido más para buscar el metal dorado.
Esta vez no. El Salvador y México debían pelearse el oro en un enfrentamiento directo, sin revancha hasta a saber cuándo, de 90, 120 minutos o lanzamientos de penalti.
Los mexicanos, fieles a su jerarquía y tradición, salieron a buscar el partido y encontraron temprano, a los 13 minutos, el gol de la ventaja con Rafael Márquez Lugo, pero también se toparon con un equipo salvadoreño dispuesto a dejarse en la cancha, que respondió con entrega y fútbol de altos vuelos.

Lo mejor que pudo hacer El Salvador fue empatar el partido antes de terminar el primer tiempo con Josué Galdámez, en tiempo de reposición de la primera parte, lo que fue un golpe duro para los aztecas, que tenían a 11 rivales en el campo y a casi 30 mil en las gradas del estadio Cuscatlán.
El segundo tiempo fue muy parejo, los mexicanos fueron obligados al doble esfuerzo a partir del minuto 73 cuando fue expulsado el volante Raúl Rico, lo que los obligó a buscar la victoria en tiempo normal ya que el alargue no era negocio para ellos.
El mayor oficio mexicano, dirigido por Carlos de los Cobos (quien curiosamente se convertiría en seleccionador salvadoreño en 2006) hizo que las diferencias en la cancha no se notaran.
Luego de 120 minutos con empate a gol, fue necesario el lanzamiento desde el manchón de penalti. Le tocó en el sorteo iniciar la tanda a México, Luis Pérez se paró ante el Manotas, quien contuvo en gran forma el lanzamiento haciendo estallar el estadio.
Luego vino Murgas, Pacheco, Menjívar y González, quienes anotaron, lo mismo que los mexicanos Lozano, Rojas y Martínez, para tener la cuenta 4-3 a favor de El Salvador.
El quinto lanzamiento mexicano llegó a cobrarlo Juan Carlos Cacho. De anotarlo, los salvadoreños debían lanzar su quinto disparo, pero el azteca nos adelantó la celebración al enviar desviado su intento.
La medalla de oro del fútbol volvía a El Salvador después de 48 años, y un deporte de conjunto lograba nuevamente una medalla en una competición similar, luego de la gloriosa medalla de oro en baloncesto en los Juegos de Caracas en 1959
que golazo
hace falta el manotas ese si que era porterazo...
casi todos de esa selecta la regaron se hicieron agrandados...